
El de Oruro es único, el de Santa Cruz, ni idea, pero el de Tarija es pura diversión...
Trás un largo y tormentoso viaje de veinte horas en un bus que se llevó mi alma con la ayuda de unas papas fritas... llegamos a lo que parecía una nubosa y no muy grande ciudad.
!¿Una semana ahi?¡ parecía demasiado, creí que al segundo día ya estaría durmiendo de vuelta a La Paz.
Pero una inocente fiesta de disfraces dio luz verde a uno de los carnavales más mojados, apetitosos y lozanos, que hasta ahora pude experimentar.