miércoles, abril 27, 2005

Pseudogestación


Bajo la lluvia siento ese gran vacío que ahora me atrapa, no tengo nada, no pertenezco a nada, desciendo hacia un espacio sin frío y sin gotas pesadas que puedan estremecerme, y veo una enorme planta de la cual había crecido una rosa del tamaño de una cabeza humana, sus colores blancos y puntos rojizos me hacen contemplarla con mucha extrañeza, semejante tamaño jamás lo habría imaginado, hasta que una consejera que venía a mi lado me comunica que ella tiene una igual y que no son lo que parecen, sin embargo me alienta a llevármela de recuerdo, y así la arranca del suelo y la toma en brazos antes de subir a un automóvil que nos acercaría mucho antes a su casa que a la mía.

Una escena anterior me provoca recuerdos que en estos días posiblemente vuelva a ver, me encuentro en una extraña actividad que envuelve papeles y pupitres, haciendo referencia a mis anteriores dominios. Hago la petición de que la reunión a llegar pronto, para ver dichos recuerdos, se haga el día jueves y no el viernes 29, que para mi no existe este mes, y todos escuchan y entienden mis razones, aceptando con mucha complicidad.

En instantes vuelvo a la sala de espera de la que una vez fue el consultorio donde llevaba mis histerias que provocaban sueño a quien las escuchaba, pero en este caso, el oyente esperaba y atendía una interminable línea de pacientes unos más graves y antiguos que otros, como era mi caso, fue por eso que para apresurar las cosas sin desmerecer mi pedido de ayuda, el paciente y al parecer novato doctor, me envió con su colega, una doctora igual de joven pero con aires hindúes, quien me pidió recostarme en la camilla de un pequeño cubil para empezar a relatar lo que me sucedía.

Así empecé, pero mi relato no tenía orden ni tiempos, iba de atrás hacia delante sin señalizaciones de alto, ni posibilidades de retroceder, tal vez porque el principio y el final lo marcaron extraños placeres que decidieron asustarse y asustarme, de golpe llegué al inicio del problema, a la raíz, no di nombres pero describí las situaciones, mientras me tranquilizaba con una ecografía holográfica con audio y mucho movimiento, descubriendo que había llegado demasiado lejos con mi imaginación, y que fruto de ella, había engendrado una criatura de fantasía que vivía de mis sueños y pensamientos en un espacio erróneo de mi vientre, estaba ya muy bien formado, pero no crecía ni me absorbía, simplemente me acompañaba mientras que yo decida darle vida o seguir mi vida y esperar a crear, no solamente de sueños y recuerdos, una más real y posible existencia dentro de mi, que no solo se quede ahí sino que pueda crecer y alimentarse de mí.

La sintomatología era correcta, estaba en un estado de psico o pseudoembarazo, ocasionado por eternas noches de concepción autosimulada, deseada, pero con el aporte de un espacio en blanco, vacío, alguna vez aprovechado pero ahora detenido.

La decisión era mía, “no te preocupes”, me dijo la amable doctora, “yo tuve el mismo caso, ya pasará si eso es lo que quieres”. Parecía ser algo pasajero pero quién sabe cuánto tiempo ya estaba dentro de mi, cómo hacer que desaparezca, cómo olvidarlo sin que se lleve algo de mi.

Siendo el caso un gran evento en mi historial, llamó al primer doctor, y le comunicó el diagnóstico, y éste, sin dudar, llamó a Dios como testigo para que vea por sí mismo que esa criatura estaba y estaría ahí por tiempo indeterminado, y que es una prueba entre muchas de que esa vida no fue creada por él sino por mí, por mis deseos, por cada suspiro que le daba aire para respirar, por cada lágrima que calmaba su sed pero amargaba su eternidad, por cada palabra o frase recordada sin querer y queriendo aún más.

Él todo lo vio y anotó en su libreta de creaciones ajenas a su poder, la existencia de aquel bebé, que como un pequeño fantasma y gracias a la multidimensional capacidad del aparato por el cual lo vi, me alcanzó su mano y sus pequeños dedos me rozaban y atravesaban la mano, tal como habían atravesado mi vientre y la realidad.

No pude contener el miedo que me provocaba esta aparición, cómo es posible que crezca algo semejante en mí, solo por mi imaginación, sentí mucha soledad, y tuve ganas de escapar dentro de mi cuerpo, porque comprendí que lo que me rodeaba era tal como aquella criatura, transparente, imperceptible, imaginado, inhumano, trascendente solo en una caja de imágenes, sonidos y texto, sin calor, sin carne, sin sangre, nada era real.

“I thought it was a bird but it was just a paper bag… he said -it’s all in your head-, and I said, -so is everything- but he didn’t get it, I thought he was a man but he was just a little boy…”*
I thought he would come in but he just stepped outside my arms.
*Paper Bag, Fiona Apple.